Según el informe 451 Research, la Transformación Digital y el Big Data están llevando a las compañías a remodelar sus negocios y departamentos de TI, lo que se traduce en que en 2025 alrededor del 80% de las empresas se trasladará a la nube ejecutando sus operaciones de TI fuera de las instalaciones, pasando a ser la plataforma preferente para cualquier nuevo desarrollo tecnológico, donde las decisiones de migración también pasan por la relación costo beneficio que este proporciona.
Ahora bien, mientras que esta (ya no tan nueva) solución ha hecho que las cosas sean mucho más sencillas para pequeñas y grandes empresas, también ha llevado a nuevos debates y consideraciones principalmente en materia de seguridad, pero tambien "aunque no lo crea" en materia de costos.
El primer gran desafío económico que enfrentan la mayoría de los países latinoamericanos es el abultado endeudamiento de sus respectivos estados, situación que repercute directamente en el sector empresarial y su crecimiento tecnológico, razón por la cual le dejamos ciertas consideraciones a la hora de tomar una decisión.
Antes de tomar una decisión importante, siempre debe pensar en cómo afecta tu negocio y los objetivos de su organización.
Si requiere de una comunicación rápida, sin demoras ni latencia entre sus oficinas y los servicios de la nube, quizás se lleve algunas decepciones. Posiblemente el almacenar archivos en la nube y accederlos desde cualquier lugar es una solución un tanto tentadora, pero, si se trata de consultas a bases de datos, los tiempos de respuesta pueden llegar a afectar el negocio.
2-. ¿Estamos en la capacidad económica de destinar cierta cantidad de dinero fijo al mes?
Aunque el cloud business representa un ahorro en la inversión de divisas para el mantenimiento de nuestra plataforma tecnológica local, la gran mayoria de las organizaciones ya poseen una plataforma propia y funcional, donde por mucho o poco, sus servicios operan de forma estable.
Tirar por la borda todo lo que hoy tenemos como plataforma propia y migrar completamente a la nube, o ejecutar un proyecto de optimización de nuestros actuales servicios y comtemplar una migración paulatina de conformidad con nuestras verdaderas necesidades.
Como en todo desarrollo, hay que asumir costes monetarios, pero también hay que invertir en horas/hombre, en esfuerzo, en formación y en transformación de la propia empresa.
"No es el proceso más crítico y complejo al que se podría enfrentar una organización, pero tampoco es un proceso sencillo, transparente y barato".
Lo primero que debemos asegurar es que el sistema, infraestructura o aplicación que deseemos llevar a la Nube sea estable. Es decir, es una equivocación de magnitudes épicas pensar que un servicio que sufre errores, funciona mal o es impredecible, va a estabilizarse de forma automática por el simple hecho de ser trasladarlo al Cloud. No solamente es una grabe decisión, sino que los problemas se pueden hacer aún más complejos y difíciles de resolver, impactando directamente en la operatividad de la compañía.
El equipo de trabajo asignado a este proyecto, debe estar formado en los procesos de migración, o andar de la mano de consultores con experiencia real y conocimientos profundos sobre el Cloud de destino. El tamaño y número de servicios que ofrecen las Nubes actuales está en continuo incremento, y se necesita “estar empapado de dicha plataforma” para poder tomar las decisiones arquitectónicas, de procesos y tecnológicas sobre las cuales se construirán los servicios de la empresa.
Migración. Muy orientada a las máquinas virtuales, donde se despliegan servicios en un entorno tan similar al original, que no hay que realizar casi ningún cambio. Esta es la forma más sencilla de irnos al Cloud, pero también es la que más coste por servicio soporta.
Transformación. Ya sea como Infraestructura o Plataforma, los servicios de la empresa van a requerir ser modificados en mayor o menor medida para ajustarse a las características de la Nube. Un ejemplo claro de esto, es el tener que cambiar la forma en que se trabajan los ficheros al adoptar una cuenta de almacenamiento de Blob (o almacenamiento de objetos), en vez de una Carpeta en el Sistema de ficheros. Tal caso, requiere de una transformación a nivel de código, que será más o menos costosa de acuerdo con el presupuesto con que cuente al área técnica de la organización.
Reconstrucción. Hay situaciones donde la transformación exige tantos cambios y tan complejos que hasta resulta más interesante “práctica y económicamente” reconstruir el servicio desde cero.
Sustentabilidad. No menos importante, es el decidir no migrar aquellas aplicaciones donde el coste no compense los beneficios de la adopción del Cloud. Un ejemplo típico, es aquella aplicación que funciona sobre Windows XP utilizando drivers hechos a medida, mismos que resultan difícil y costoso ejecutarlos en un entorno virtual, o aquella aplicación realizada enExcel, cuya reconstrucción sería simplemente inabordable.
B. La Mejor Opción.
Esta aproximación tiene un coste muy pequeño (solo se paga por lo que se usa) y permite formarse en los conocimientos necesarios para realizar las transformaciones o reconstrucciones que surgirán durante la migración.
Debe tenerse muy presente que se van a enfrentar a muchas diferencias tanto en la Infraestructura, Sistemas, Telecomunicaciones, Desarrollo de software, Seguridad, etc., en comparación con la plataforma actual que poseen.
Cuanto más alto es el nivel de abstracción, más “específicos” son los cambios y de más calado.
Pero, si no lo tenemos presente, no se podrá saber si la plataforma Cloud está bien configurada o los servicios y aplicaciones funcionan correctamente.
Es vital poder definir qué significa “funciona correctamente” en comparación con “puede mejorar”, estableciendo un conjunto de métricas y KPI’s (Indicadores clave de rendimiento), y cuáles son los valores nominales que se deben mantener.
Debe evitarse caer en el error de obtener un presupuesto basado en una estimación de las horas y costes previstos; porque en este tipo de migraciones los riesgos, mutabilidad y volatilidad de las operaciones fuerzan un rango de incertidumbre demasiado amplío para ser útil.
Por ello, es crítico tener claro el volumen de inversión que se va a asumir; cuales son los puntos de fallo, retorno y no retorno; y las acciones de refinanciación o mitigación de los costes extraordinarios, si los hubiera. Es decir, realizar una gestión de riesgos económicos.
Todo esto requiere de operaciones técnicas con ramificaciones e implicaciones en todo el negocio. Por lo cual, el refrán de “El apuro nunca es un buen consejero” tiene que aplicarse literalmente, al tiempo de cubrir todos los pasos de forma confiable para llevar a buen término la prueba piloto, y luego las migraciones a producción.
Una de las mayores resistencias aparece cuando nos damos cuenta de que nos convertimos en un cliente cautivo, en donde tenemos una dependencia bastante alta con el proveedor. Es decir, si nos decidimos por los servicios de Amazon, no es transparente ni sencillo irnos el día de mañana a Azure, o volvernos a traer nuestra infraestructura al cuarto de maquinas.
Incluso, cuanto más abstracta es nuestra plataforma PaaS o SaaS (Plataforma y Software como servicio) más encadenados estamos al proveedor y a su tecnología. Llevándolo a su límite en servicios como Serveless o Lambdas (Sin Servidor), o las plataformas de publicación de arquitecturas de microservicios. Es decir: El límite de nuestros servicios lo impondrá el límite de lo que puede hacerse con el Cloud elegido.
Actualmente el mercado de la nube vive un duopolio con Amazon AWS y Microsoft Azure. Es cierto que existen Google y otras Cloud, pero realmente la parte mas grande del pastel lo tiene AWS con aproximadamente un 48% del mercado, seguido por Azure quien tiene mas o menos un 10%, y Google con un porcentaje que oscila entre 3% y 5%.
Vivimos en un mundo hiperconectado, dónde el concepto de ventaja competitiva hace emerger grandes corporaciones y destruye a otras, en ciclos tan cortos que ningún economista hubiera creído posible este fenómeno hace décadas atrás.
El Cloud es casi una obligación a causa del cambio de las reglas del juego en la tecnología, lo que se traduce en dar acceso universal a servicios del mayor nivel y calidad, característica que en años anteriores estaba reservada a organizaciones con abultados presupuestos económicos.
